"Toco el aire no te toco" y La prudencia de las tablas de planchar.

Prosigo. El invierno hace estragos. Las capas de ropa desinflan las ideologías y termino pensando en los lagartos y en las cantimploras.

Bueno, puedo controlar estas situaciones con una demencia lúcida ya que ultimamente duermo mucho.
Soñé con palanganas. Apenas desperté, inexplicablemente teoricé sobre las personas que arrancan hojitas de los arboles mientras caminan. Y después el mundo se normalizó.

 Experimentaba un placer domestico muy folclórico, estaba sola en casa. Lamentablemente del otro lado del teléfono porfiador había una inflamante contestadora diciendome: -"Felicidades! Usted ha sido sorteado de una serie de números telefónicos y se ha ganado un  auto 0km. Puede pagarlo en cuotas..." De mi indignación, era previsible que colgué rápidamente antes de sumirme en mar ajetreado de mi patetismo.
Y como siempre volví a mi mediocre colchón a echarle la culpa a la mundologia, a la experiencia, a la ortodoncia, a los ruleros y a las cubeteras.

Tenia dos itinerarios tentadores. El primero sugería un tour entre paredes encorvadas, para resucitar sucesos patógenos ya ojeados. También recomendaba untar las heridas gangosas para gestar un incendio salado que quemaría todas las imágenes impertinentes que se habían transpapelado. El plan era seductor, mis guerras mentales se orearían y se disiparía el calor tornasolado, colérico y a la vez misericordioso de tu ausencia.

En cuanto al segundo circuito turístico este implicaba actividades sencillas, empezando por levantar la persiana para que la luz escupida me despabile un poco. Dicha luz me invocaría a recordar ese tiempo insistente y amnésico a la vez en que me reía de las mujeres apio y de los gorditos que piden un cucuruchón de crema del cielo y vainilla.
A decir verdad, extraño un poco las discusiones mohosas con mis mejores amigas que empezaban por los pasillos mas sinceros hasta llegar a las risas por tocarse la panza con las manos frías.

Pase toda la tarde pensando si es que no llegas a mi por que hay mucho tránsito.
Mi lógica y las políticas de mi empresa me condujeron a la segunda opción por el estrecho presupuesto de ganas y curiosidad. Donde se aprende a vivir? Todavía no se si me desperté pero yo creo que necesito alguien que me aterrice el vuelo.