Además decían que confluían en mi algunos primores y caracteres, de modo que mi rostro cobrizo en una época del año concebía la claridad de unos ojos que tenían la hondura de mundos que amanecen y la belleza que conjuraba y se allanaba a los patrones habituales, me confundían bastante por que decían que yo era alucinante. Pero yo nunca existí, solo soy el alegato de un casanova que detallaba en cuerpo y alma, atribuyendo la exageración del despecho, a una chica que se parecía ami.