Era un perfume que usaba cuando era chica. Era un hombre extranjero que hacía puntualmente el desayuno. Era un lápiz de un color muy suave. Era una bolsa usada. Era un libro que creía perdido. Era música, si, un acorde, una nota, que flotaba condensada y se tendía y rebotaba. Eran recuerdos que calzaban ese día unas pantuflas.