Humo.

Bajo sus barrocas pestañas refugiaba una mirada aguada y fría, que aplanaba el sonido del crujido de las llaves girando y el aliento, que era la consumación del torrente de paciencia que lo salpicaba una y otra vez.
"Me voy, porque las cortinas volando lastiman" Y desde ese momento su mirada se fue por la puerta.
Enredado el humo es libre y en su memoria hay soledad desviada. Desarmándose se detiene y acompaña sinuosamente su aguda incertidumbre.
La musicalidad del humo cocina bailando nociones arrepentidas, caminos por los que vuelve riendo cuando duele. Cuando él se fue lo suficientemente lejos como para edificar mentalmente lo que había pasado en ese cuarto, ya sólo quedaban cenizas que raspaban un grito abandonado en sus ojos que no eran más que alhajas de un talismán nesquik que clavaron en su cara.
 Y lo penso más rapido de lo que planeaba; ella está sola otra vez, pero no se demoró cien años en sillas injuntas contestándole al teléfono preguntas triviales o viendo como hierben sus recuerdos o llorando perlas, porque ella por fin aprendió que el amor es como una cebolla y hay que saberlo cortar.
Se pudriría el segundo que viene y se desmayarían parados los árboles pero sus días ya no estarían gobernados por esos párpados.