Comienza la gran función acá, en el lugar de los regalos. Todos entran a mirar, porque ya está llegando y tranquilamente comienza la gran función. Ninguno se va a enterar que, mientras las copas bajan esos veladores los vigilan y comentan. No aguanto esta fiesta, esta convención organizada, me palpa todo ese calor humano y no lo soporto. Y no soporto a toda esa gente que se ingenia en convencerme y quiere conquistar mi prudencia. Amí siempre me dan consejos las vidrieras que acarician suavemente las flores de mi ropa colgada y las piedras de mi lógica.