LLamas, Lunamieleros y Héctor, el mecánico.

Mientras un inesperado cardumen saboreaba mi mente, la bronca era un yogur bebible. Mi rival está en mi ropero con todo el cotillón. No puedo creer y cuando creí que las redes sociales finalmente me habían absorbido, en mi llanura mental había una cabra que hacía un crucigrama y me choqué la mampara.
Vivo en un sustrato critico lleno de experiencias que me aprietan en la panza.Ya respiro, miento y grito sola. Apenas terminé con el bizcochuelo borre el historial, tan rápido como lavar una taza. Ensordecedor fue que quedara de todo esto un archivo adjunto. Oportuno es que me puedo atar un rodete con la imaginación. Mejor que un control remoto es ser dueño del aire propio. Para los del rubro, acepten que van a terminar lavando copas de gente mejor que ustedes , que un chichón no se disimula, que el arte seduce, que los caciques van al otorrinolaringólogo, que algunas situaciones requieren unos minutitos al microondas y que soy estúpida y contagiosa.
Retomá el poder , cuando te ataque el escuadrón de la limpieza pone música disco y no estés 25 años secándote las manos con esos secadores inútiles que tiran aire en los baños. Estornudá tranquilo, viví fascinado y distraido.
 Qué hago con el pan duro? se lo tiro por la cabeza o lo rallo para las milanesas? Tu jabón saca sólo las manchas?