El ritmo nace solo,
lo echan desnudo y llorando
en el mar, lo mecen las estrellas,
se adelgaza
para pasar por el latido precioso
de la sangre,
fluye,
fulgura
en los pisos y en los ojos,
sube
en la majestad de los templos,
arde en los años que vivimos,
dice noviembre
detrás de las cortinas,
y parpadea
en esta página.