A donde quiera que vayamos
siempre llegamos demasiado tarde a aquello que una vez salimos a buscar.

Y en cualquier ciudad en que nos quedamos
están las casas a las que es demasiado tarde para volver,
los jardines en los que es demasiado tarde para pasar una noche
y las cosas a las que es demasiado tarde para amar,

lo que nos tortura con su intangible presencia.

Y sean cualesquiera las calles que creemos conocer
nos llevan más allá de los jardines que andamos buscando
 y que nos hacen sentir vivos.

Y cualesquiera que sean las casas a las que volvemos
 llegamos demasiado tarde a la noche para ser reconocidos.

 Y cualesquiera que sean los ríos en que nos reflejamos
 no nos vemos hasta que les hemos dado la espalda.