El deseo, hoy en día, es el soporte fundamental de la seducción. La persona que no desea carece totalmente de atracción. Al nutrirse de conocimientos, el ser humano amplió enormemente su abanico de deseos. Al mismo tiempo la tecnología le permite volver a ser nómade, un nómade distinto, un nómade quieto que ve pasar el mundo por la pantalla del televisor. Ese nómade que antes se ganaba la geografía mientras su caballo pisoteaba la historia, ahora es un amable testigo que sueña con ser protagonista.